Se está digitalizando el fondo fotográfico de Estalote para ponerlo a disposición del público

Miércoles, 2 Mayo, 2018

El fotógrafo compostelano Ramón Sánchez Estalote (1908-2002) retrató la ciudad de Santiago y parte de Galicia durante las décadas centrales del siglo XX. Su archivo, guardado en cajas de zapatos y en una vieja maleta de cartón, algo muy habitual en esa época, fue recuperado por sus sobrinos poco después de su fallecimiento. Hace unos meses, sus herederos firmaron un convenio con el Consorcio de Santiago en virtud del cual le cedieron estos fondos para garantizar su conservación y divulgación.

 

Este fondo fotográfico, que ahora custodia el Consorcio, reúne unas 4.000 fotografías y unos 90 metros de película repartidos en unos 1.500 negativos. También se conserva el álbum de fotos personal de Estalote, con su familia, sus viajes y excursiones…

 

“Las fotos están relativamente bien conservadas” -asegura Xabier Vieiro, responsable de conservar y digitalizar el fondo. Su labor comenzó a principios de marzo de este año. “El primer paso fue limpiar todo el material con un paño estático y aire comprimido porque tenía mucho polvo. Es un trabajo lento ya que es necesario ser muy minucioso. Después hubo que ordenar todo por materiales (tipos de papeles…) y tamaños y luego clasificar según la temática de las fotos” -explica-. En estos momentos está avanzando en el proceso de digitalización, con el fin de poner todo este patrimonio a disposición de la ciudadanía en general y de los investigadores.

 

Las fotos más antiguas son de la Guerra Civil

 

Las fotos más antiguas que se conservan son de la Guerra Civil, entre los años 1936 y 1939. En el momento del alzamiento Estalote estaba en Burgos e incluso llegó a retratar a Franco. En el caso de la ciudad de Santiago, las instantáneas más antiguas corresponden a los últimos años de la década de los cuarenta del pasado siglo y las más modernas datan de los años 1974 a 1977. Entre todo el material que custodia el Consorcio hay negativos inéditos, negativos que tienen su correspondiente positivo en papel y también hay positivos que carecen de su negativo. Además, con sus fotos se hacían postales de la ciudad para los turistas.

 

Respeto a la complejidad de conocer cuándo se hizo cada una de las instantáneas, “hay fotos que son fáciles de datar por la propia imagen que muestran. Los negativos que empleaba Estalote eran de fabricantes nacionales, de modo que en esos casos se carece de información de la fábrica para saber cuándo se sacaron las fotos. Pero sí cuando utilizaba la marca Kodak, ya que en las perforaciones de las películas hay un código basado en una serie de símbolos que ofrecen información relativa a la fecha de fabricación” -indica Vieiro-.

 

El experto destaca que “no se trata sólo de digitalizar y almacenar, sino de hacer un archivo operativo, que todo esté bien catalogado y bien conservado, conocer el estado de cada elemento y las necesidades específicas de conservación que se requieren. Urge detener el proceso de destrucción que conlleva la propia química del papel. Es importante conservar los originales de las fotografías, porque más allá de reproducir digitalmente su información visual, las fotos como objeto físico llevan consigo mucha información sobre el contexto social en el que se realizaron”.

 

Fotos coloreadas a mano y fotos aéreas

 

“La colección va a tener un valor enorme como patrimonio cultural de la ciudad. Además, con el paso del tiempo tendrá aún más valor porque Estalote pintaba a mano muchas copias, que eran en blanco y negro. Lo hacía con unos iluminantes, una especie de pinceles. Es una intervención directa y singular del autor, como si se tratase de un cuadro, y Estalote era un magnífico iluminador de fotos” -destaca el experto-.

 

Vieiro recuerda que Estalote iba en avioneta con un amigo suyo del Aero Club para realizar fotos aéreas. Luego pintaba cada edificio teja por teja. “Era un virtuoso de este sistema, por lo que las copias tienen ahora un gran valor documental. Incluso hacía varias versiones de la misma imagen y pruebas de color detrás del cartón. Él decidía la visión del mundo que quería divulgar” -apunta-.

 

En estas fotos aéreas, muchas de las cuáles son inéditas, puede contemplarse el Santiago de los años 50, un momento transformador de la ciudad: el Campus recién construido, la estación de ferrocarril recién hecha, el emblemático Edificio Castromil… Hay imágenes tan curiosas como el edificio del actual Parlamento de Galicia rodeado de fincas, la Plaza Roja a prado, el cambio del tejado de la iglesia del Pilar, el tipo de vehículos de la época, la ropa de la gente, las lecheras, la feria de ganado… hasta los primeros partidos de fútbol del Compostela en la Residencia… “Las fotos de Estalote conservan la historia visual de la ciudad de esa época” -afirma el experto-.

 

Fotos en tonos rojizos

 

“Entre todo este valiosísimo material encontramos alguna rareza como fotografías viradas a hierro, que son en blanco y negro pero la copia final se sumerge en una nueva cubeta para darle unos tonos rojizos frente a la original gama de grises. Es un proceso poco frecuente. También hay películas de medio formato, un carrete un poco más ancho del habitual, y que están entre las más antiguas que se conservan del autor” -explica Vieiro-.